sábado, septiembre 18, 2004

BARAJAS REFLECTIONS III

Normalmente podría definirme como un tipo que odia las encuestas, y una encuesta -odiosa coincidencia- fue la que me despertó de una de tantas siestas en este aeropuerto. La chica tenia una de esas agendas electrónicas y le preguntaba a otra chica sobre sus impresiones del lugar. Desde la señalética hasta el olor de los baños. Quise ser el próximo encuestado, si ya se que dije que odio las encuestas; pero cinco horas en un aeropuerto medio lleno, medio vacío, dependiendo de como se suceden los vuelos, hace que mis niveles de intolerancia se emparejen con los de la ductilidad. Miré buscando ser un potencial encuestado. Quise decir que los baños son un asco (que lo son), quise decir que no es posible que un aeropuerto tan grande como éste no tenga conexion a internet o que carezca de algún tipo de recreación para los idiotas que estamos en tránsito...y curiosamente, los encuestadores parecen percibir las ansias de los potenciales encuestados, y sencillamente los ignoran o acogen según sea el nivel de atención que les prestas. Sicólogos en potencia. Daba mis últimos vistazos a los odiosos encuestadores -si, los odio nuevamente- cuando en medio de un grupo de personas surge falda verde, zapatillas de lona (argentina dije yo), y luego polerita, pequeña, ajustada. Era guapa ella, y por cierto se sentía guapa también. Actuaba para los chicos que la acompañaban. Sabía también que varios otros la observábamos. E indefectiblemente pensé en Cardenas. Por su frescura, su luz, sus colores. Ella tampoco fue encuestada. Llamaron su vuelo, esta enfrente mio haciendo fila para abordar. Es el viento la que va a llevarla a otros aires. Quizás a ésos que deseo tener cerca pronto, recordando las 04:59 de un fin de semana de noviembre en que sentía que ya no podía ser mas feliz.

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